Llega el invierno y mi piel empeora ¿por qué?

Chica triste en invierno

En lo que respecta a las enfermedades de la piel, tanto los pacientes que las padecen como los especialistas que intentamos curarlas, tenemos una gran ventaja de la que carecen otros órganos del cuerpo: y es que este es el órgano más accesible. Lo tenemos disponible para poder llevar a cabo muchos cuidados y tratamientos sin necesidad de realizar complejas invenciones o consumir pastillas que pueden acabar afectando al hígado o al riñón. Esta ventaja, en ocasiones también se convierte en un inconveniente, ya que la piel también se encuentra muy accesible a factores externos que pueden afectarle negativamente, como el frío, el rascado, los contaminantes ambientales o acuáticos y el sol, que quizás es el más determinante de todos.

La pregunta que hoy nos hacemos tiene mucho que ver con esto, pues muchos de los pacientes con problemas de piel más frecuentes como psoriasis, dermatitis atópica o acné sufren importantes recaídas durante los meses del invierno, mientras que en verano suelen mejorar. La mayoría de la gente lo relaciona con la propia estación de verano, las vacaciones, con disminución del estrés y en muchos casos los baños en el mar. Es cierto que todos estos factores pueden influir, pero el más importante, y el que muchas veces veo que pasa desapercibido es el efecto de nuestra gran estrella, el sol.

El sol: causante de enfermedades y dador de salud

Casi ningún problema de piel queda indiferente a la acción del sol. Algunos empeoran considerablemente, como las manchas, el lupus, el melasma, o el cáncer de piel. Otras, como las que comentábamos al inicio del artículo, suelen mejorar, como la psoriasis, dermatitis atópica, acné, vitíligo y el liquen plano.

Pero ¿cómo puede mejorar el sol la piel?

Tanto en el acné como en la psoriasis o la dermatitis atópica, influye la inflamación de nuestro propio cuerpo en la piel. Si miramos con microscopio podemos ver varias células del sistema inmunitario como los linfocitos o los neutrófilos. Este desbalance inmunitario es una de las principales causas de estas enfermedades, y lo que suele dar ese tono rojo tan característico de todas ellas. Los rayos del sol, tienen un conocido efecto inmunosupresor; hablando claro, hace que nuestro sistema inmune funcione más lento, ayudando a disminuir la inflamación. Este efecto quizás sea mínimo en otras enfermedades, pero en la piel es muy significativo, ya que por fortuna o por desgracia es la primera capa que separa nuestro cuerpo del medio externo.

Pero si mejora tanto la piel ¿por qué los dermatólogos nos molestan con sus campañas durante todo el verano?

El sol es beneficioso, es fundamental para la vida y como hablamos en otras ocasiones, no solo es bueno para determinadas personas con problemas de piel, sino que sube el ánimo y ayuda a sintetizar la famosa Vitamina D. El mayor problema en la sociedad actual es que los hábitos relacionados con el sol son muy malos. En vez de promover la exposición breve pero continuada a lo largo de todo el año (tanto en invierno como en verano), la “moda” es tomar “baños de sol”, apenas 20 o 30 días al año durante muchas horas cada día. Este tipo de exposición solar es la que más se ha relacionado con el daño de la piel y especialmente con el melanoma, un cáncer muy agresivo.

La mejoría de estas enfermedades se puede conseguir con tan solo una exposición al sol diaria de 10 o 15 minutos, mejor sin fotoprotector y evitando las horas centrales del día donde la radiación es mayor.

Si lo beneficioso son los rayos del sol ¿pasa lo mismo con los solarium?

No es infrecuente escuchar pacientes que acuden al solarium para mejorar su enfermedad, incluso algunos que aseguran haber ido por recomendación médica. Es cierto que hace muchos años se recomendaba en ocasiones, y es cierto que sí suele mejorar la piel. Pero hoy por hoy todos los expertos coinciden en señalar que los riesgos del solarium (especialmente el incremento de cáncer de piel) no compensan esta mejoría.

En la gente con problemas de piel grave pero con buena respuesta al sol, se puede realizar un tratamiento llamado fototerapia, que es parecido al solarium pero en medio hospitalario y con un control estricto tanto de la radiación (favoreciendo actualmente los ultravioletas B de banda estrecha) como de la dosis que recibe el paciente.

Todo esto suena bien pero yo tengo acné, dermatitis atópica o psoriasis y ¡empeoro durante el verano!

Como siempre, hablamos de generalidades. La mayoría de las personas con estos problemas de piel mejoran durante el verano, pero hay un porcentaje que no o que incluso puede empeorar.

  • Acné: en el caso del acné, cuando empeora durante el verano, suele ser por una reacción a las cremas que nos aplicamos o a que aumenta la secreción grasa de la piel, especialmente ante algunas cremas solares que son muy oclusivas. El nombre más conocido para este acné es acné estival o acné Mallorca, ya que fueron los dermatólogos mallorquines los primeros que la describieron.
  • Dermatitis atópica: aunque no es lo más frecuente, en ocasiones hay personas con dermatitis atópica que empeoran durante el verano. Suele ser debido a un aumento de la sudoración, uso excesivo de aire acondicionado, baños muy frecuentes en el mar o piscina clorada (es fundamental aclararse bien la piel con agua dulce) o fotoprotectores solares de base alcohólica.
  • Psoriasis: son muy pocos los pacientes con psoriasis que empeoran durante el verano. No se sabe muy bien por qué se produce empeoramiento en estos pacientes, pero se cree que una de las causas puede ser el denominado fenómeno de Koebner. En este fenómeno se observa que la psoriasis suele aparecer en zonas de irritación o daño continuo en la piel como zona de roce de la ropa, codos y rodillas, cicatrices, zonas de rascado, etc. En este caso el sol podría producir “daño” como una quemadura y hacer que brote la psoriasis.

Otras causas que pueden hacer empeorar la piel durante el invierno

Como contábamos al principio, aunque uno de los factores más determinantes es el sol, hay otros que se suman a esta montañita de pequeños factores que acaban desencadenando el problema en la piel. Entre ellos están:

  • El frío: las temperaturas muy bajas unidas al viento pueden irritar la piel, especialmente de las zonas expuestas como la cara o los labios. Esto sucede especialmente en personas con dermatitis atópica.
  • Las calefacciones: la temperatura excesiva, unida a estar más abrigado, aumentan la sudoración empeorando el estado de la piel. También el calor hace que pique más. Es fundamental si tienes un problema de piel intentar no sentarte muchas horas cerca de la calefacción o de una chimenea.
  • El estrés: principalmente importante en estas tres enfermedades cutáneas. En los niños se nota mucho la reincoporación al colegio y en adultos al trabajo, unidos a veces a problemas típicos de esta época como la vuelta al cole, las navidades o la cuesta de enero.

Así que ya sabéis,  el secreto de la mejoría de la piel en estas enfermedades está en tomar el sol con moderación y un poquito todos los días con pequeños paseos y actividades al aire libre ¡sin darse atracones!