Educación emocional: Mindfulness

¿Lás pequeñas cosas? ¿los pequeños momentos? No son tan pequeños.

Jon Kabat-Zinn

¿Qué es la inteligencia? El concepto tradicional de este término ha ido siendo puesto en duda a lo largo de los años. Howard Gardner, creador de la Teoría de las Inteligencias Múltiples, afirmó que cada persona cuenta con un conjunto de inteligencias y no solo una, que se consideran independientes unas de otras y que cada una está más o menos desarrollada según el individuo.

Habló de un total de ocho inteligencias, entre las que destacan la intrapersonal (vinculada con los sentimientos y la reflexión acerca de uno mismo) y la interpersonal (ligada a las relaciones, compresión y empatía hacia los demás). Ambas están fuertemente unidas a las emociones, y es en este contexto en el que nace el Mindfulness. Se trata de un procedimiento cuyos objetivos son la introspección y el conocimiento y control de las emociones.

Dos componentes fundamentales del Mindfulness son la autorregulación de la atención hacia el momento presente y una actitud de curiosidad, apertura y aceptación de la experiencia en el mismo momento. Es un concepto complementario al de meditación, la cual nos ayuda a tomar conciencia del momento presente, al centrar nuestra atención en algo único que está sucediendo ahora mismo. Por su parte, el Mindfulness es en sí la conciencia de lo que está sucediendo, sin juzgarlo de forma positiva o negativa, sino simplemente experimentándolo.

Algunos de los beneficios que reporta esta práctica son una mayor concentración, una buena gestión emocional y mayor control de los impulsos, un aumento de la empatía y resolución de conflictos, conciencia corporal, mejora de la interacción social y control de los pensamientos.

Una vez que comienza a practicarse, puede trabajarse en cualquier momento o lugar, y aplicarse a cada situación de la vida, sea en lugares transitados o en lugares remotos y solitarios, con un grupo de personas o de forma individual. Así, una vez la capacidad de atención plena comienza a desarrollarse, puede ser aplicada en la vida cotidiana: podemos tomar conciencia de lo que percibimos a través de cada uno de nuestros cinco sentidos, de nuestro estado emocional en situaciones de estrés o tristeza, del movimiento que produce la respiración en nuestro cuerpo, etc.

Se trata asimismo de una actitud de contemplación que tiene que ver con la manera en que miramos algo, con una actitud observadora y de silencio. No se trata de intentar saber más ni de analizar algo para comprenderlo de una manera más intelectual, sino más bien de “darse cuenta”. Podemos hablar de un conocimiento más intuitivo y sensitivo, de buscar el significado más allá de las apariencias del objeto o situación que contemplamos con atención plena.

Esto puede ser de gran ayuda a la hora de descubrir cuáles con las situaciones o emociones que nos causan estrés y ansiedad y saber de dónde provienen. Mediante el Mindfulness podemos ser capaces de abordar esas sensaciones negativas desde un punto de vista global y reconocer los factores que nos estresan y preocupan, que posiblemente achacábamos a una falta de ganas o de energía en nuestro día a día. Además, es importante tratar de poner en palabras lo que experimentamos cuando nos conectamos con nuestra capacidad de atención plena de forma regular, ya que así podemos hablar de que estamos tomando conciencia del hecho de estar en conciencia plena.

Esta capacidad de enfocar la mente puede ser desarrollada a cualquier edad, desde la infancia hasta la adultez, aunque los procedimientos y los resultados varían según este factor. Es también aconsejable ponerlo en práctica en las aulas como rutina diaria, ya que se han comprobado efectos muy positivos en estudiantes, tanto en la capacidad de atención y concentración como en la reducción de conflictos en el aula y en la tranquilidad del grupo.

Actualmente, el Mindfulness se utiliza como complemento a la terapia cognitivo-conductual en Psicología a la hora de tratar problemas de ansiedad, trastornos obsesivos, depresiones o adicciones. La toma de conciencia de lo que nos ocurre realmente, cuando buscamos una solución a un conflicto, es el primer paso que hay que dar para acercarnos al bienestar. Tras esto, debemos pasar a la aceptación del problema y centrarnos en el momento presente (en nuestros pensamientos, emociones y sensaciones) sin emitir juicios sobre lo que nos ocurre y sin comparar permanentemente nuestro estado con el estado en que nos gustaría estar. De esta forma, no añadiremos más sufrimiento a nuestros conflictos y veremos las soluciones de forma más clara.